‘El embarcadero’ (2019-2020) ha sido la segunda producción de Vancouver Media, conocidos por ‘La Casa de Papel’, junto con Atres Media Studios para Movistar+. Una ficción que habla de las relaciones poliamorosas, de los diferentes ‘yoes’ del ser humano, el salvaje y el civilizado, y del dolor causado a la gente que queremos. Esta serie llegó aprovechando el boom de la ficción en Netflix protagonizada por Álvaro Morte en el papel de El Profesor. A pesar de que para La Casa de Papel el actor no fue la primera opción para ocupar dicho papel, en esta ficción ha sido parte importante de la promoción.
Pero sin embargo en esta ficción no es más que el personaje necesario para que las verdaderas protagonistas nos muestren una historia de amor inesperado. Verónica y Alexandra/Martina llevan al espectador por unas lagunas, como la propia albufera, entre la luz y la oscuridad en una historia en la que poco a poco vamos conociendo como no todo es lo que parece. Vemos como se enfrentan dos mundos que parecen ser totalmente diferentes para acabar conviviendo juntos y pareciéndose más de lo esperado: la ciudad y la albufera
Al principio, la albufera parece ser el paraíso encontrado por parte de Óscar e incluso de la propia Alexandra, que llega a perderse en la vida que Óscar vivía en secreto. Alexandra intenta entender porque su marido le ha engañado los últimos 8 años pero seguía amándola. Ella decide entrar, ocultando su verdadera identidad, en la vida de Verónica, la amante de su marido fallecido.
Durante las dos temporadas optan por el salto espacio/temporal de la linealidad narrativa con el que consiguen que el espectador vaya conociendo poco a poco la vida que llevaba Óscar. En todo momento el espectador tiene la sensación de ir conociendo datos nuevos de la vida del fallecido, pero nunca se tiene la sensación de que se han sacado de la nada como un truco de guión. Con esto quiero remarcar el buen trabajo de guión que existe detrás de esta ficción en la que como las propias protagonistas, no sabes quién era Óscar y qué Óscar hacía qué.
A pesar de que la primera temporada se centra más en la idea de como afrotarán las dos protagonistas el duelo por Óscar, y gira en torno al morbo de que Alexandra está metiéndose en la vida de Verónica, la segunda temporada realiza un notorio giro a la narrativa que se centra en descubrir quien fue el posible asesino de Óscar. Toda una historia que parece que va cuesta abajo y sin freno alguno, tanto que a pesar de que el espectador conoce la verdad en el penúltimo capítulo, la tensión se mantiene con las protagonistas convertidas en dos justicieras al margen de la ley. Solo un acto tan generoso como el de Conrado puede salvarlas de la oscura espiral en la que se han metido buscando su propia justicia.
De hecho Conrado, el guardia civil de la albufera que toma pastillas por sus trastornos mentales que empezaron tras la violación de su mujer y posterior suicidio, es el único que tras trata locura y unos nuevos episodios violentos, en los últimos capítulos, con la cabeza más fría de lo que aparenta toma la decisión más importante de su vida. Una decisión, que toma por las consecuencias de su último episodio violento, y que no solo salva a las protagonistas sino que hará que acabe con su agonía y dolor.
Por otra parte hay que remarcar la apuesta de la producción por localizar en la albufera de Valencia esta historia, un paraíso natural que le ha dado una atmósfera ideal para también poder hablar del poliamor y la generosidad amorosa de la que disfrutan personajes como Verónica y Vicent. Además esta localización en las afueras de Valencia ha hecho que también se apueste por la normalización de las lenguas co-oficiales de la zona y así escuchemos, sobre todo de Vicent, el valenciano.
Sin duda es una serie que trata muchos temas actuales y los pone en valor, justo en el momento en el que algunos movimientos políticos están poniendo en duda las libertades conseguidas en las últimas décadas. Además de todos los otros temas, el contexto de la serie gira al rededor de concepto del suicidio, un problema que se lleva más de 3.000 personas al año en España.