Delta. La Pesquisa. I

I

El pasillo estaba completamente vacío y eso hacía que Emma se sintiera aún más desolada en su espera. Aunque para ella se estaba haciendo eterna, tan solo llevaba esperando minutos en la puerta del Departamento de Tecnología, Desarrollo y Humanoides.

Por su cabeza pasaron todos y cada uno de los escenarios posibles, aunque siempre se reparaba más en la recreación de los supuestos más dramáticos. – ¿Y si han descubierto a Rob?– se preguntaba internamente – No eso es imposible­. Pero al poco tiempo volvía la misma idea a su cabeza. No podía parar de pensar que iba a decir si les descubrían.

Para seguir distrayéndose decidió acercarse a las vitrinas que estaban en uno de los laterales del pasillo. En ella estaban algunos de los proyectos más relevantes de generaciones anteriores. Desde el primer humanoide, hasta las nuevas nanotecnologías que permitían que crecieran y envejecieran como humanos.

Entre todos esos proyectos reparó en una fotografía de una conferencia que databa de veinte años atrás. En la fotografía se podía leer “¿Podrán ser libres los humanoides?”.

– Ojalá. – dijo pensando en alto. – Veinte años después tenemos todos menos libertades.

Justo en ese preciso instante se abrió la puerta del departamento. De él salieron algunos militares y científicos. Emma se quedó mirando a la puerta desde la vitrina.

Cuando salió la directora se acercó a la joven seriamente.

– ¿Dónde está Rob?
– Verás, Emma.
– ¿Qué ha pasado?
– Hemos tenido alguna complicación.
– Directora, ¿dónde está mi humanoide?
– Está bien, pero creemos que el shock le ha alterado el sistema. Se le ha borrado de la memoria la última semana y ha sido muy difícil conseguir el resultado.

Emma se puso nerviosa. ¿Y si habían recuperado la memoria real de Rob?

– ¿Pero él está bien?
– Si, solo que tiene lagunas en la última semana de recuerdos. Los ingenieros recomiendan un reseteo del sistema para que no sufra nuevas perdidas de memoria, pero eso borraría todo su pasado. Es una decisión tuya.
– Eso sería como matarlo.
– Entiendo que no quieras hacerlo, pero no deberías vivir tan anclada al pasado.
– No es el pasado, es su vida.

La directora se giró y le hizo una señal a una militar que esperaba en la puerta del departamento. La militar abrió la puerta e hizo salir a Rob. A Emma se le llenaron los ojos de alegría, pero mantuvo las formas delante de toda esa gente.

– Recuerda que es un humanoide, no es una persona. – dijo la directora antes de irse.

A Emma le retumbaron internamente esas palabras, pero siguió manteniéndose sin demostrar sus sentimientos como si ella también fuera una humanoide. Rob se acercó lentamente mientras la directora se alejaba y los militares salían del pasillo.

– ¿Cómo estás? – dijo Emma.
– De pie. – contestó Rob.

Los dos se pusieron a reír.

– A veces se me olvida que no tienes sentimientos, pero siempre estás para recordarme que si te programaron con mucho sentido del humor. ¿Qué ha pasado con tu memoria?
– No lo sé. Supongo que alguien la borró.
– Fuiste tú. Te dije que borraras lo del último día y pasaste borrando.
– Ah, entonces la borré bien porque no consigo recordarlo.
– Tendré que reconstruirte lo que ha pasado esta última semana.
– Será un placer escucharte. – dijo Rob. – Emma, gracias por cuidarme, te has enfrentado a la directora por mi vida.
– Eres mi familia por mucho que se empeñen en recordarme que no eres humano. – dijo Emma. – Mira, esta lucha hace años que se tiene, esta gente reivindicaba vuestra libertad.

Los dos se quedaron observando la vitrina y comentando alguno de los proyectos que descansaban a su alrededor.