IV
El tiempo pasaba muy lentamente y el Comandante no llegaba. Bekka que estaba sentada en la esquina opuesta de la tienda observaba a la mujer que se mostraba inquieta y esperaba mirando a hacia la entrada. La joven consejera hizo varias ocasiones el amago de intentar entablar una conversación con la mujer hasta que finalmente se decidió a ello.
– ¿Seguro que no viste nada?
La mujer se giró he hizo un gesto indicando que no entendía a la joven.
– ¿Estás segura de que no viste nada más? – repitió Bekka mientras la mujer seguía callada. – Es por ayudar al Comandante a investigar lo ocurrido.
– Ya he dicho todo lo que sabía.
– ¿Qué hacías tan temprano por el lago?
– ¿Me estás interrogando?
Bekka se quedó callada pensando en qué contestar. Se levantó y se acercó de forma imponente hacia la mesa donde estaba la mujer. Puso la mano sobre la mesa justo cuando entró Markus.
– ¿Han encontrado algo, Comandante? – dijo la mujer para llamar la atención de Bekka.
La mujer miró con cara de circunstancia a Markus. Bekka se apartó y volvió a la otra punta de la tienda.
– ¿Todo bien? – dijo Markus mirando a Bekka.
– Sí, tan solo estábamos repasando lo ocurrido esta mañana. – dijo la mujer.
La joven consejera asintió a su padre y se sentó. Markus tomó una silla y se situó delante de la mujer.
– Comandante, ya le dije que no vi nada. Al volver del lago esta mañana me lo encontré todo así.
– No sabemos si iban a por Sol o a por tu marido. Estamos reconstruyendo la memoria de la humanoide para ver si pudiera darnos una pista más. – empezó a explicar Markus. – ¿Teníais problemas con alguien?
– No.
– ¿Alguna discusión? – reiteró Markus. – Todo puede ayudarnos a entender que pasó.
– Mi marido estaba muy preocupado por lo que pasaría con Sol a partir de ahora.
Markus que tenía debilidad por los humanoides intentó consolar a la mujer.
– Era un buen ciudadano que defendía los derechos de la gente como Sol.
– Aunque eso nos llevara a ser tratados como unos apestados.
Bekka mostró interés desde el fondo de la tienda en lo que estaba explicando la mujer.
– ¿A qué te refieres? – dijo Markus.
– Nada Comandante. – se hizo un silencio y la mujer siguió. – Algunos de los rebeldes no veían bien que Sol siguiera viviendo con nosotros después de lo que pasó ayer.
Markus se quedó reflexionando sobre la posibilidad de que alguno de los más radicales hubiera tomado represalias contra esa familia.
– Crees que…
– Comandante tenemos algo. – entró uno de los consejeros gritando a viva voz.
– ¿Qué pasa?
– Tiene que venir, puede que hayan sido los de la ciudad.
– ¿De Delta? – preguntó Bekka.
– Sí consejera, hemos encontrado esto. – sacó de su bolsa un trozo de túnica dónde podía verse el símbolo de la ciudad- y no es lo único que indica que alguien de la ciudad ha estado aquí.
– Tranquila, averiguaremos que ha pasado. – le dijo Markus a la mujer. – Por el momento puedes quedarte en la tienda que hay al lado de la mía hasta que pase todo esto.
Markus salió de la tienda junto con el consejero. La mujer miró atentamente a Bekka exigiéndole una disculpa, pero la joven consejera decidió levantarse y salir detrás de su padre para seguir pendiente de la investigación.