Delta. La Academia. II

II

Aún quedaban algunas ascuas de los fuegos que habían realizado la noche anterior en algunas zonas del campamento rebelde. Ni siquiera se había escuchado el canto de los pájaros más madrugadores y un cruel grito de una mujer despertó a todo el campamento.

– Ayuda, ayuda. – se escuchaba por todo el campamento.

Bekka que dormía siempre con el arma en guardia se apresuró saliendo a ver que estaba sucediendo, pero como los demás no alcanzó a ver nada. Al acercarse al lugar de los hechos observaron como yacía todo revuelto y entre las cosas se encontraba un cuerpo inmóvil al que solo se le veían las piernas.

– Esta muerto, muerto… – repetía la mujer.
– ¿Qué ha sucedido? – dijo Markus.
– Esta mañana me levanté temprano y salí a dar una vuelta, al volver – no pudo seguir respondiendo. – Mi marido está muerto. – siguió nerviosa.
– ¿Aquí no falta alguien? – dijo Bekka.
– Sol, la humanoide – dijo la señora. – se debe haber asustado.
– Los robots no sienten. Seguro que ha sido ella y ha huido. – dijo uno de los radicales.
– Eso – se comenzó a escuchar entre los rebeldes.

Sobre el cuerpo se encontraban algunas estanterías. Markus comenzó a analizar la escena del crimen.

– Parece que ha habido un forcejeo. – dijo.
– Se habrán discutido y ella ha huido después de matarlo. – dijo una señora que escuchaba desde fuera. – Es lo mismo que está pasando en Delta.

Markus levantó las estanterías y descubrió que debajo del cuerpo del hombre yacía Sol.

– Sol no ha huido, también está aquí. – dijo Markus levantando el asombro de los curiosos.
– Ella habrá tratado de matarlo y después de una pelea los dos han acabado así. – dijo Bekka.
– Demasiado ruido para que fuera una pelea. Incluso las cosas están tiradas después de que hayan muerto. Aquí había más gente. Fíjate como él la estaba protegiendo con su cuerpo. Ha intentado salvarla de los que venían a por ella – dijo Markus. – ¿Estás segura de que no has visto a nadie más?
– No Comandante, ya le he dicho que he vuelto de pasear y… – rompió a llorar.
– Esta bien. Necesitamos inspeccionar bien lo ocurrido. Ahora ve a descansar, Bekka que se quede contigo y que nadie la moleste. – dijo Markus.

Bekka y la mujer asintieron. Markus se acercó y le dijo a la mujer en el oído

– Después vas a tener que responderme algunas preguntas. – dijo seriamente.
– Como quieras Comandante, pero ya le dije que no se nada más.
– No te preocupes, ahora descansa y tranquilízate.

Bekka se llevó a la mujer a su tienda. Markus dio la orden de alejar a todos los curiosos y se adentró con otros tres consejeros inspeccionar y tratar de entender que había pasado en esa tienda.