Delta. El proceso. VII

VII

En una sala amplia y muy alargada estaban preparadas las mesas para proceder a pruebas del proceso. A un lado de las mesas estaban todos los jóvenes que estaban a la espera de su turno y al otro lado, en cada mesa, había humanoides realizando las pruebas. En ese mismo lado de las mesas, entre su nueva guardia humanoide, se encontraba Teresa observando y velando que el sistema de selección de Delta no fallara.   

Emma y Megan estaban en mesas contiguas, la segunda pendiente siempre de lo que ocurría a su alrededor, mientras que Emma seguía pensando en Rob y en sus padres.

– En que piensas. – dijo Megan al observar a pareja.
– En mis padres.
– ¿No te irás a acobardar ahora no?
– ¿Qué dices?

La primera en obtener el resultado de la prueba genética fue Megan. Mientras la humanoide que estaba con Emma introducía la muestra genética en el procesador que cruzaba datos.

– Lo siento señorita, pero no podrá ser usted una pensadora. – dijo la humanoide que estaba con Megan.
– Ya ves tú que problema bonita. – replicó Megan señalando a la guardia que estaba con Teresa. – ¿ves a todos esos de la túnica negra? Pues es ahí donde me tienes que enviar guapa. – concluyó guiñándole un ojo.
– ¿Tú no te vas a cansar de ser tan repelente nunca verdad? – dijo Emma.
– ¿Y tú de estar tan buena?

Las dos se pusieron a reír. La humanoide que atendía a Megan procedió a sacar la segunda muestra de uno de las piernas.

– Auch. – se quejó Megan.
– No empiezas bien quejándote de un pinchazo para ser una buena militar. – le dijo Emma.

Megan le contestó con una burla. La humanoide que atendía a Emma seguía sin dar el resultado.

– ¿Todo va bien? – preguntó Megan.
– Tranquila, todo va bien. – dijo Emma. – ¿A que sí señorita?
– Debe haber un error en el sistema. Genéticamente es usted apta para ser pensadora pero no me deja formalizar su entrada. – dijo la humanoide que atendía a Emma.
– Entonces si sale que puede ser pensadora, es pensadora y punto. – replicó Megan.
– Tranquilízate, que debe ser un error. – dijo Emma.

La humanoide hizo una señal a Teresa para que esta se acercara.

– Esto no me gusta nada.
– Señorita, podrá usted ponerse túnica negra. – dijo la humanoide que atendía a Megan.
– Y a mi que me cuentas ahora. – replicó la joven.
– Es usted apta para ser militar.
– Joder con los robots, no saben ni elegir el mejor momento para hacer un chiste. – se quejó Megan.

Emma se empezó a reír.

– Señorita, tiene que abandonar la mesa, hay muchos candidatos pendientes.
– Voy, voy. – dijo Megan. – Te espero ahí detrás y espero que vengas como pensadora. Sino renunciaré a la puta túnica negra.
– Tranquila, ve. Ahora nos vemos. – dijo serenamente Emma.

Tras hablar con la humanoide, Teresa se acercó al ordenador y repitió el proceso. Miro fijamente a Emma y tras un silencio muy incómodo se dirigió a la joven.

– Bienvenida a la Academia, futura pensadora. – dijo en un tono seco y estirado que no sorprendió a Emma, pues todos en Delta sabían del carácter que tenía la nueva gobernanta de Delta.