VI
Sentada bajo la sombra de un inmenso árbol se encontraba Bekka observando de lejos como algunos rebeldes hacían cola esperando su turno para determinar si eran o no humanoides. El gran problema en la nueva medida aprobada por el Consejo Rebelde era identificar bien a todos y cada uno de los humanoides.
Desde hacía años convivían entre los rebeldes algunas versiones más antiguas de los mismos que eran fácilmente reconocibles, pero las últimas actualizaciones y diseños que habían llegado desde Delta, hacían casi imposible su reconocimiento. Eran máquinas cien por cien humanas, tanto que incluso crecían y envejecían según la configuración de sus células, de ahí que muchos rebeldes tuvieran miedo, aunque Markus entendía que ese era el anhelo del ser humano. Para tratar de evitar que algún humanoide quedara sin identificar, se acordó que todos los rebeldes deberían someterse a la prueba de desactivación. Todo se basaba en responder la pregunta “¿Quién fue tu creador?”. En la programación de todos los humanoides era obligatorio dejar una puerta de entrada y esa era la forma de poder reconocerlos.
A pesar de estar en contra de la medida aprobada por el Consejo, el Comandante debía acatar el mandato y tras pasar él mismo la prueba realizada por la Consejera mayor, él era responsable de identificar uno a uno a todos los individuos de la sociedad rebelde.
Para evitar futuras represalias de los más radicales que se pudieran tomar frente a los humanoides, Markus había acordado que al desconectarlos debían ser reprogramados y sólo volver a responder a la pregunta por el Comandante. Así Markus, pretendía preservar el derecho a vivir y convivir entre los rebeldes. De esa tarea se encargó él mismo ya que en su paso por la Academia en Delta antes de la fuga fue programador y diseñador de humanoides, razón por la cual era un férreo defensor de los derechos de estos.
Tras acabar con toda la población le tocó el turno a todo el Consejo empezando por Nil como secretario.
– ¿Quién fue tu creador? – le preguntó entristecido Markus al humanoide.
– Ma-Ma-Marku… – Nil se apagó y se quedó con los ojos abiertos mirando al frente.
– No me habías contado que Nil tuyo. – le preguntó Bekka a su padre.
– Un humanoide no es de su creador. – replicó Markus. – Yo sólo le di la vida. Es libre.
– En Delta son sirvientes. – dijo un consejero.
– Es lo que deberían ser aquí. – dijo otra consejera.
– Me entristece que pienses así. Te tengo mucho aprecio y creo que haces una labor esencial para la sociedad rebelde. – replicó Markus siguiendo con un tono entristecido. – Pero esa fue la principal razón por la que nos fuimos de Delta. – Se quedó mirando a Nil tiernamente. – No estaba dispuesto a que mis creaciones fueran dueñas de nadie.
Tras acabar con la reprogramación, Markus se acercó al oído de Nil y le dijo “Despierta Nil, un mundo te espera”. Y como si no hubiera pasado nada Nil volvió a la vida.
Tras realizarle la pregunta a todos y cada uno de los consejeros empezando por la más veterana, ahora le tocaba a la más joven. Bekka se sentó delante de su padre seriamente.
– No creo que sea necesario. Todos sabemos que es tu hija. – dijo la consejera más veterana.
– Todos los rebeldes deben someterse a la prueba, es lo justo. – replicó Bekka.
Markus suspiró y tras un silencio incomodo se acercó a Bekka.
– ¿Quién es tu creador?
Bekka dejó de respirar, se quedó inmóvil y dejó de parpadear. Markus se quedó mudo ante la situación.
– ¿Tienes algo que contarnos Comandante? – escuchó Markus mientras seguía mirando fijamente a Bekka.
– No puede ser… No… – dijo con un tono muy tenue Markus.
Markus se giró hacia los consejeros sorprendido e intentaba buscar alguna explicación.
– La única explicación que hay es que soy tu hija. – dijo Bekka. – Digo yo que me verías nacer como para ponerte tan nervioso.
– Pero como me has hecho esto. dijo Markus. – Yo estaba en la Academia cuando naciste. – dijo mientras se le pasaba la angustia que había pasado momentos antes. – Te trajeron justo después de que tu madre muriera dándote a luz prematuramente.
Todos los consejeros empezaron a murmurar entre ellos.
– Tranquilos, tranquilos. Después de una mañana tan tensa me apetecía reírme un poco.
– Esta niña tiene mucho que aprender de como comportarse en el Consejo. Aun no comprendo cómo fue electa. – replicó una de las consejeras más mayores.
– Porque los jóvenes quieren nuevas formas de gobernar. – replicó Bekka.
– Se acabó la broma por hoy. Nil por favor, procede. – dijo Markus.
– Queda concluida la prueba y señalización de toda la sociedad rebelde. Por decreto del Consejo se establece que todas las personas y/o humanoides que quieran sumarse a la rebelión deberán someterse a la prueba de desconexión.