Delta. El proceso. III

III

Los cajones estaban revueltos, los armarios vacíos y sobre la cama se encontraba repleta de túnicas y enseres que Emma había ido lanzando sorbe ella. Desde la puerta, Rob seguía observando sin entender nada de lo que ocurría. Él quería ayudar, pero su limitada programación le impedía reaccionar bajo impulsos como estaba actuando Emma.

– Tiene que haber algo en alguna parte. – dijo Emma.
– Tengo que insistir que deberías avisar de lo ocurrido, si no me veré obligado a comunicarlo yo mis… – dijo Rob empezando a aplicar el protocolo programado.
– Te lo prohíbo. Ahora soy yo la responsable civil de ti y debes obedecerme. – replicó Emma.
– Las leyes de Delta establecen que…
Rob déjate de leyes. Mi padre te reprogramó para ser libre del sistema de Delta.
– Y tengo que decir que esa acción fue completamente ilegal.
– ¿Quieres que se enteren de que no has avisado inmediatamente y descubran que no estás dentro del sistema? Ya conoces las consecuencias que tendría para ti.

Se hizo el silencio entre los dos, pues Rob conocía perfectamente que sería desconectado y destruido si alguien detectase que estaba fuera del sistema. El silencio fue ocupado por un estruendo desde la puerta dónde alguien estaba aporreando con celeridad.

Tras los primeros golpes en la puerta pudieron identificar que era Megan, la mejor amiga de Emma, la que se apresuraba a llamar la atención de la casa. – Emma, vamos a llegar tarde al proceso. – dijo entre su incansable ritmo de impactos en el portón.

– Joder el proceso. Si no me presento, vendrán a buscarme inmediatamente. ¿Cuánto tiempo tenemos?
– Quedan cinco minutos y trece segundos.
Emma, estás ahí! – dijo Megan mientras seguía martilleando desde fuera de la casa
– Perfecto, tienes que seguir buscando algo que nos explique porque mis padres no querían que fuera hoy al proceso, creo que tiene algo que ver.

Emma se dirigió a la entrada, pero Rob le paró enseguida. – Tienes que cambiarte la túnica. – dijo señalándole las manchas de sangre que había entre las telas. Rob se adentró en otra habitación y salió con una nueva túnica idéntica.  – La guardaba por si la señora finalmente quería ir a verte. – aseveró justo antes de fundirse en un tierno abrazo con Emma.

– Cuidado no se manche otra vez y no tengo recambio. – advirtió Rob.
– No sé qué haría sin ti, de verdad.
– Emma sé que estás ahí, quieres abrir de una vez que llegamos tarde! – gritó Megan desde el exterior.
– ¡Qué ya voy! – replicó Emma.

La joven se cambió apresuradamente y le entregó las telas manchadas al humanoide. Mientras se cambiaba aprovechó para darle instrucciones a Rob.

Tenemos que actuar con normalidad. Mientras dure el proceso tienes que encontrar algo de lo que podamos tirar. En cuanto lo encuentres me lo traes a la Academia. Antes de salir tienes que revolverlo todo cómo si hubieran entrado a robar.
– ¿Y si no encuentro nada?
– Emma, ¡vamos! – dijo Megan.
– Ya va. – replicó hacía el exterior. – Tiene que haberlo, mis padres me insistieron mucho en que saliera de la ciudad y eso debe tener algún motivo. No te olvides de ocultar en tu memoria todo lo que ha pasado esta mañana. No podemos permitir que descubran tu reprogramación. Al volver de la Academia darás el aviso inmediato de robo enviando imágenes de tu sorpresa al llegar a casa cómo si fuera el aviso inmediato.
– Me descubrirán.
– Todo irá bien.

Emma se acercó a darle un beso a en la mejilla a Rob y se dirigió a la puerta, pero justo antes de salir se giró hacía su viejo amigo y le miró tiernamente. – Gracias. – le dijo con una mirada profunda. Después se apresuró a salir. El humanoide se quedó mirando hacia la puerta mientras seguía escuchando e iba perdiendo información en la conversación ya que ellas dos se alejaban rápidamente.

– Tía como has tardado tanto en salir. – escuchó el humanoide a través de la puerta.
– No me decidía con la túnica, pero Rob me había preparado esta.
– Que bien te queda hija de puta, yo no tengo un robot que me cuide tanto.
– No es un robot, es familia.
– Ya y por eso se lla…

Rob se giró y se adentró en la habitación de los padres de Emma a seguir con la tarea que le había sido encomendada.